Con una excusa poco trabajada dejó a su marido viendo la tele y se metió, aun temprano, en la cama. Allí, mientras la expectante oscuridad se relamía de gusto, su imaginación corrió en su búsqueda para traerlo a su lado. María, que se agitaba excitada entre las sábanas, empezó a notar calor cuando descolgó los tirantes del camisón para jugar con sus pezones. Después, cuando su mano buceó con habilidad entre sus muslos, comenzó a sudar hasta quedar empapada. Por supuesto, Gustavo, delante del televisor, se partía de risa viendo Ilustres Ignorantes, el programa del Plus.