jueves, 24 de abril de 2014

Collage

Platero y yo estuvimos Esperando a Godot hasta que El capitán Alatriste nos comunicó que había sido encerrado en La casa de los espíritus. Allí pasará Cien años de soledad tras ser hallado culpable de Matar a un ruiseñor.
     Afligidos y siguiendo Lo que el viento se llevó, abandonamos La ciudad y los perros buscando Un mundo feliz. Atravesamos El jardín de los cerezos y, llegados a La encrucijada, escogimos El camino de Swann embellecido, aquellos días, por Las flores del mal.
     Tras varias jornadas vagando por La montaña mágica, nuestras Almas muertas necesitaban descanso. Fue Zalacaín el aventurero, al que encontramos entre la Niebla, quien nos recomendó La casa de muñecas, emblemática posada regentada por Madame Bovary.
     Nos duchamos rápido y entramos al abarrotado comedor presidido por El retrato de Dorian Grey. Tomamos asiento junto a los Dublineses, encargados de zunchar Los pilares de la tierra, y compartimos Cinco horas con Mario en una sobremesa amena.
     Al atardecer, El ruido y la furia provocada por El tambor de hojalata que aporreaba, Inmisericorde, El señor de las moscas, casi nos impide escuchar aquel sonido triste. «Por quién doblan las campanas», preguntó El principito. «Por El difunto Matías Pascal», contestó Frankenstein.

jueves, 17 de abril de 2014

Furtivos

Llevaban follando juntos desde finales de marzo. Siempre a escondidas, de manera furtiva. La habitación de ella les servía de fortín; allí se sentían a salvo, opacos a los ojos del mundo. Así era y así debía ser, la condición de hombre casado de Fidel no dejaba otra alternativa.
     La clandestinidad de los encuentros otorgaba una excitación añadida que devenía en lujuria a eso de las cinco y media de la tarde cuando, sobre las sábanas, los amantes se entregaban a la carne de gallina de los primeros roces, al contacto de la lengua húmeda sobre la piel, a los besos con mordisco, a las maniobras escurridizas de los labios en busca de trofeo. Jugando y retozando enredaban sus cuerpos para empezar a danzar en armonía, con meneos rítmicos y acompasados que iban ganando intensidad hasta acabar en envites cada vez más violentos. Con la respiración acelerada él, y con los últimos gemidos ahogados contra la almohada ella, se acababa desbordando el uno y colmando la otra.
     «Es sexo, solo sexo», se repetía él mil veces en la ducha mientras veía como la espuma resbalaba por su piel hasta perderse por el desagüe. Al otro lado, ella, aun en la cama, apuraba el cigarrillo y mirando el humo que acababa de exhalar, fantaseaba y se preguntaba cuándo se atrevería Fidel a abandonar a su mujer.

jueves, 10 de abril de 2014

Apaga la luz


Tras la refrescante ducha, entré desnuda en la habitación sin acordarme de que a Juan, últimamente, le daba por leer antes de dormir.
      Debido al calor, me decidí por el camisón de raso, elección que a mi maridín pareció agradarle.
      Me asomé al cuarto de las niñas para apagar la luz y fui volando a programar la lavadora casi se me olvida—.
     Al fin, tras un agotador día de trabajo, me tumbé en la cama, exhausta. Por supuesto, ante la pregunta: «¿Hoy también te duele la cabeza?», contesté que sí.
   

Microrrelato con el que participo en el concurso de esta semana de Radio Castellón de la Cadena Ser (500 caracteres máximo y la inclusión obligatoria de la frase: "Ante la pregunta").

jueves, 3 de abril de 2014

Mi yayo


Como cada día desde que la cruel enfermedad disolviera su conciencia, José alarga su huesudo índice para señalar un punto en aquel papel arrugado: «Una vez aquí, giramos a la derecha y en una hora nos plantamos en la playa».
     Lleno de pena, Guille vuelve a cogerle el folio garabateado para dejarlo en la mesita, junto a los medicamentos, y con sus bracitos extendidos, se abalanza sobre su yayo para hacerle cosquillas. Esta mañana escuchó en la radio que la risa es la mejor de las medicinas.



Microrrelato con el que participo en el concurso de esta semana de Radio Castellón de la Cadena Ser (500 caracteres máximo y la inclusión obligatoria de la frase: "Una vez aquí").




miércoles, 2 de abril de 2014

Ascendiendo


Luego cruzó el pasillo, bajó al sótano y mató al prisionero. Sin darse un respiro, descuartizó el cuerpo y fue metiendo las sangrientas piezas de carne en herméticas cajas de plástico porque Mario, además de buena persona, era muy ordenado.
     Se duchó con calma, como siempre y se vistió de traje, por ser domingo. Compró el periódico en el quiosco habitual y desayunó ese café con leche que tanto le gustaba. 
     Salió de la cafetería casi sin tocar el suelo y entró en la iglesia, levitando ya. Se santiguó devoto y fue a tomar asiento. Hoy ocuparía el tercer banco de la derecha, ya le quedaba menos para llegar al primero.



Microrrelato con el que he participado en el concurso de esta semana de la VII Edición de Relatos en Cadena del programa "La Ventana" de la Cadena SER (100 palabras máximo y la obligación de iniciar el relato con la frase: "Luego cruzó el pasillo, bajó al sótano y mató al prisionero").